martes, 18 de septiembre de 2012

144 horas


¡El verano! ¡Qué época el verano! ¡Descanso, playa, sol, fiesta! Incluso aunque lo pases trabajando y sin vacaciones todo tiene otro sabor. Los mejores recuerdos siempre suelen ser veraniegos y durante el resto del año siempre se piensa en esta época con nostalgia y esperanza.

Pues resulta que la nueva campaña de la Fundación Antidroga (FAD), 144 horas (http://144horas.com/ ) pretende aleccionar a la población joven sobre qué hacer durante esta época del año. Una época del año que para la mayoría de jóvenes es festiva, social, de ocio, de divertimento y estrechamente relacionado con todo esto de alcohol y borrachera. Según esta campaña de la FAD, 144 horas son el tiempo que más de un millón de españoles dedican al consumo de alcohol durante una semana en verano. En los anuncios nos presentan el ejemplo de un joven que ha decidido cambiar esta dinámica veraniega por iniciarse en la práctica del surf. ¡Y tú! ¿Cuántas horas pasas bebiendo alcohol una semana de verano?

El tratamiento demoníaco que se hace del consumo de alcohol en verano parece implicar que esta práctica es corrosiva y socialmente desagradable y que para impedirla es necesario mostrar a esos jóvenes “descarriados” actividades alternativas menos degradantes a las que poder dedicarse, como por ejemplo el surf.

Pero pensemos en esos jóvenes “descarriados” que en verano pasan 144 horas cada semana tomando alcohol. Entiendo que estos jóvenes no beben solos, aislados, en una esquina de mala muerte del barrio chino de una gran ciudad sino en compañía de amigos, conocidos y nuevas personas a quienes conocen precisamente durante estos momentos. Además durante el resto del tiempo estos jóvenes hacen otras cosas y no se dedican a sobrellevar la resaca bebiendo más alcohol (puede que en algunos casos sí lo hagan). Además este consumo de alcohol está relacionado con unas formas de ocio que son un potente motor económico: festivales de música, discotecas, bares y chiringuitos (o la isla de Ibiza); pensemos la pérdida multimillonaria de ingresos si todos estos jóvenes decidieran dedicar este tiempo a hacer surf.

El paternalismo con que la FAD suele dirigirse a los usuarios, bien conseguido en otras ocasiones, llega a ser ofensivo en esta campaña. En la era que algunos han bautizado como de la postpublicidad (añadiendo el prefijo post- que ya está más que sobado). Cuando los publicistas se dedican a conversar de tú a tú con el usuario, sobre todo gracias al potente instrumento que es el 2.0, no hay nada más anacrónico que una campaña que juzga las prácticas de las personas, los jóvenes en este caso, y se comunica con una actitud de juicio moral inquisidora. Los diseñadores de esta campaña sabían sobre esto de conversar con el público de manera horizontal y han usado los instrumentos que lo permiten: una página web, Facebook, Twitter, Tuenti, Youtube. Pero no se han dado cuenta de que no se trata sólo de utilizar estos instrumentos sino del tratamiento que se da a los usuarios y la actitud con que uno se dirige a estos. Y como he dicho anteriormente una actitud de juicio moral no es la adecuada para conversar de tú a tú con el usuario.