-
Oráculo:
¿Un caramelo?
-
Neo:
Tú ya sabes si voy a aceptarlo
-
Oráculo:
Menudo oráculo si no lo supiera
-
Neo: Pero si tú ya lo
sabes, ¿cómo voy a escoger yo?
-
Oráculo: Porque si estás
ahora aquí no es para escoger, tú ya elegiste. Has venido a intentar comprender
por qué lo hiciste. A estas alturas ya deberías saberlo.
Matrix
Reloaded
Los
recientes descubrimientos llevados a cabo por los neurocientíficos tienen
consecuencias que pueden ser muy cercanas al hombre corriente.
En
cuanto al paradigma de Libet (expuesto anteriormente) y experimentos más
actuales, hemos visto el importante papel que juega el inconsciente en la toma
de decisiones. Las conclusiones de esos diseños sugieren que para decisiones
simples como mover la mano derecha o la izquierda, en el cerebro ocurren unos
cambios que disponen a realizar uno u otro movimiento segundos antes de que el
mismo sujeto tenga la impresión consciente de tomar esa decisión. Esos cambios
quedan en territorio del inconsciente el cual, no obstante, no sería algo ajeno
al sujeto y que coarta su libertad, sino que lo podríamos definir, más bien,
como unas disposiciones que el sujeto ha adquirido, unas cuantas por
transmisión genética y la mayoría por aprendizaje, y que le impulsan a actuar
de un modo particular. Además, y quizás sea lo que más destacan los
neurocientíficos, esas disposiciones inconscientes sofistican el proceso de
toma de decisiones restringiendo el abanico de actuaciones del sujeto,
anticipándolas y asociándolas a un estado emocional concreto (aquí entra el
concepto de marcadores somáticos de Antonio Damasio). En definitiva, se
trataría de un dispositivo elaboradísimo que en ningún caso supone un déficit
para la persona.
La
pertinencia de esta discusión reside en que el inconsciente no sólo aparece
para decisiones sencillas como las comentadas, de mover una u otra mano; sino
que se está sugiriendo que tiene una incidencia creciente en todas nuestras
decisiones: juicios morales, elecciones políticas, conducta de consumo (se oye
hablar mucho de neuromarketing), y en definitiva en nuestro día a día.
Entonces;
si el inconsciente actúa no sólo para decisiones sencillas sino en cada aspecto
de nuestras vidas y si tenemos la tecnología y los métodos (neuroimagen) para
observar el desempeño del cerebro ¿cómo podemos ayudar a las personas a ser más
conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres? ¿Cuáles son las
consecuencias de estos descubrimientos a nivel educativo? ¿Qué pasará a nivel
laboral?
En
primer lugar es destacable que los recientes descubrimientos de la neurociencia
se enmarcan en un campo muy concreto e intentan aportar nuevas luces, aunque
también traigan sombras, sobre una inquietud muy humana: conocerse a sí mismo
(más adelante discutiré la relación entre la psicología, que vendría a ser la
disciplina ocupada en dar respuesta a esa inquietud, y la neurociencia).
Aceptando esta premisa se puede deducir que las incertidumbres (sombras) que
traen estos resultados no llegan solas sino que suelen ir acompañadas de
soluciones (luces). Como señala Zygmunt Bauman:
«Los dilemas y las incertidumbres que las sociedades
diseñan para sus miembros suelen venir acompañados de estrategias y
herramientas para su resolución socialmente respaldadas»
La
incertidumbre que puede derivarse de comprender que, en el momento de tomar una
decisión, uno es mucho menos consciente y racional de lo que creía encuentra su
contrapeso principalmente en el concepto de plasticidad cerebral. También hay
quien afirma que deberíamos confiar en nuestro inconsciente y que esas
decisiones que se toman de forma más intuitiva tienen tanta validez como una
decisión profundamente razonada y meditada, pero, sinceramente, eso a mí no me
consuela. ¿Qué tiene en cambio el concepto de plasticidad cerebral para que
pueda contrarrestar la incertidumbre fabricada?
El
concepto de plasticidad cerebral supone una connotación bastante opuesta al
determinismo, digamos que, a grandes rasgos, lo que implica este concepto es
que el cerebro se hace a sí mismo básicamente a través de la experiencia. Se trata una visión distinta de la que se ha presentado hasta este momento. En esta visión de la plasticidad cerebral y cómo diría el doctor en Psicología Marino Pérez «el cerebro también es variable dependiente, comoldeada por la conducta y la cultura»[1].
Lo que nos sucede a lo largo de nuestra vida junto con el valor emocional que le damos y otras cosas cuya lista aún no está cerrada (y es poco probable que lo esté algún día), conforman, refuerzan y reorganizan los circuitos y conexiones neuronales. Evidentemente gran parte de estos quedarán codificados en el cerebro y en un futuro puede que actúen de forma inconsciente (que no es lo mismo que aquellas actividades que por aprendizaje y repetición conseguimos hacer automáticamente, por ejemplo montar en bici). La importancia de estas conexiones cerebrales que actúan de forma inconsciente y que pueden dirigirnos hacia una decisión incluso antes de tener la experiencia subjetiva de tomar la decisión es cada vez más defendida por la neurociencia. Pero al mismo tiempo defienden que gracias a la plasticidad cerebral nosotros construimos esas conexiones y que, por lo tanto, tenemos un papel protagonista muy activo. Y para ayudarnos en este papel seguro que no faltarán especialistas que por un módico precio prestarán sus servicios a aquellas personas interesadas en explorar los recovecos de su psique.
Lo que nos sucede a lo largo de nuestra vida junto con el valor emocional que le damos y otras cosas cuya lista aún no está cerrada (y es poco probable que lo esté algún día), conforman, refuerzan y reorganizan los circuitos y conexiones neuronales. Evidentemente gran parte de estos quedarán codificados en el cerebro y en un futuro puede que actúen de forma inconsciente (que no es lo mismo que aquellas actividades que por aprendizaje y repetición conseguimos hacer automáticamente, por ejemplo montar en bici). La importancia de estas conexiones cerebrales que actúan de forma inconsciente y que pueden dirigirnos hacia una decisión incluso antes de tener la experiencia subjetiva de tomar la decisión es cada vez más defendida por la neurociencia. Pero al mismo tiempo defienden que gracias a la plasticidad cerebral nosotros construimos esas conexiones y que, por lo tanto, tenemos un papel protagonista muy activo. Y para ayudarnos en este papel seguro que no faltarán especialistas que por un módico precio prestarán sus servicios a aquellas personas interesadas en explorar los recovecos de su psique.
Evidentemente
es difícil responder a la pregunta de cómo podemos ayudar a las personas a ser
más conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres. Primero hay que asumir
que las personas quieran ser ayudadas a ello, que no está tan claro. Y, en
definitiva, debemos creer que la decisión de explorar nuestra psique
para construir nuestro inconsciente y por lo tanto obtener un grado de
control algo mayor; primero: es posible, y segundo: es realmente una decisión
consciente.
¿Serán
los neurocientíficos los oráculos del siglo XXI, que nos darán las claves de
nuestros comportamientos? ¿Cómo se incidirá sobre las conexiones cerebrales
para, por ejemplo conseguir un cambio en esas conductas inconscientes?
¿Fármacos o palabras?
Marc
[ sigue en 3ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/05/que-quiere-vendernos-la-neurociencia-3.html ] Consecuencias de la neurociencia en el ámbito educativo.
[1] Pérez Álvarez, M. (2011) El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura. Madrid:
Alianza.