miércoles, 25 de abril de 2012

¿Qué quiere vendernos la neurociencia? (2ª parte)

[ viene de 1ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/04/que-quiere-vendernos-la-neurociencia-1.html ] Presentación y reflexión entorno del paradigma de Libet y la negación del libre albedrío.



-          Oráculo: ¿Un caramelo?
-          Neo: Tú ya sabes si voy a aceptarlo
-          Oráculo: Menudo oráculo si no lo supiera
-          Neo: Pero si tú ya lo sabes, ¿cómo voy a escoger yo?
-          Oráculo: Porque si estás ahora aquí no es para escoger, tú ya elegiste. Has venido a intentar comprender por qué lo hiciste. A estas alturas ya deberías saberlo.
Matrix Reloaded




Los recientes descubrimientos llevados a cabo por los neurocientíficos tienen consecuencias que pueden ser muy cercanas al hombre corriente.

En cuanto al paradigma de Libet (expuesto anteriormente) y experimentos más actuales, hemos visto el importante papel que juega el inconsciente en la toma de decisiones. Las conclusiones de esos diseños sugieren que para decisiones simples como mover la mano derecha o la izquierda, en el cerebro ocurren unos cambios que disponen a realizar uno u otro movimiento segundos antes de que el mismo sujeto tenga la impresión consciente de tomar esa decisión. Esos cambios quedan en territorio del inconsciente el cual, no obstante, no sería algo ajeno al sujeto y que coarta su libertad, sino que lo podríamos definir, más bien, como unas disposiciones que el sujeto ha adquirido, unas cuantas por transmisión genética y la mayoría por aprendizaje, y que le impulsan a actuar de un modo particular. Además, y quizás sea lo que más destacan los neurocientíficos, esas disposiciones inconscientes sofistican el proceso de toma de decisiones restringiendo el abanico de actuaciones del sujeto, anticipándolas y asociándolas a un estado emocional concreto (aquí entra el concepto de marcadores somáticos de Antonio Damasio). En definitiva, se trataría de un dispositivo elaboradísimo que en ningún caso supone un déficit para la persona.

La pertinencia de esta discusión reside en que el inconsciente no sólo aparece para decisiones sencillas como las comentadas, de mover una u otra mano; sino que se está sugiriendo que tiene una incidencia creciente en todas nuestras decisiones: juicios morales, elecciones políticas, conducta de consumo (se oye hablar mucho de neuromarketing), y en definitiva en nuestro día a día.

Entonces; si el inconsciente actúa no sólo para decisiones sencillas sino en cada aspecto de nuestras vidas y si tenemos la tecnología y los métodos (neuroimagen) para observar el desempeño del cerebro ¿cómo podemos ayudar a las personas a ser más conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres? ¿Cuáles son las consecuencias de estos descubrimientos a nivel educativo? ¿Qué pasará a nivel laboral?

En primer lugar es destacable que los recientes descubrimientos de la neurociencia se enmarcan en un campo muy concreto e intentan aportar nuevas luces, aunque también traigan sombras, sobre una inquietud muy humana: conocerse a sí mismo (más adelante discutiré la relación entre la psicología, que vendría a ser la disciplina ocupada en dar respuesta a esa inquietud, y la neurociencia). Aceptando esta premisa se puede deducir que las incertidumbres (sombras) que traen estos resultados no llegan solas sino que suelen ir acompañadas de soluciones (luces). Como señala Zygmunt Bauman:

«Los dilemas y las incertidumbres que las sociedades diseñan para sus miembros suelen venir acompañados de estrategias y herramientas para su resolución socialmente respaldadas»

La incertidumbre que puede derivarse de comprender que, en el momento de tomar una decisión, uno es mucho menos consciente y racional de lo que creía encuentra su contrapeso principalmente en el concepto de plasticidad cerebral. También hay quien afirma que deberíamos confiar en nuestro inconsciente y que esas decisiones que se toman de forma más intuitiva tienen tanta validez como una decisión profundamente razonada y meditada, pero, sinceramente, eso a mí no me consuela. ¿Qué tiene en cambio el concepto de plasticidad cerebral para que pueda contrarrestar la incertidumbre fabricada?

El concepto de plasticidad cerebral supone una connotación bastante opuesta al determinismo, digamos que, a grandes rasgos, lo que implica este concepto es que el cerebro se hace a sí mismo básicamente a través de la experiencia. Se trata una visión distinta de la que se ha presentado hasta este momento. En esta visión de la plasticidad cerebral y cómo diría el doctor en Psicología Marino Pérez «el cerebro también es variable dependiente, comoldeada por la conducta y la cultura»[1].  


Lo que nos sucede a lo largo de nuestra vida junto con el valor emocional que le damos y otras cosas cuya lista aún no está cerrada (y es poco probable que lo esté algún día), conforman, refuerzan y reorganizan los circuitos y conexiones neuronales. Evidentemente gran parte de estos quedarán codificados en el cerebro y en un futuro puede que actúen de forma inconsciente (que no es lo mismo que aquellas actividades que por aprendizaje y repetición conseguimos hacer automáticamente, por ejemplo montar en bici). La importancia de estas conexiones cerebrales que actúan de forma inconsciente y que pueden dirigirnos hacia una decisión incluso antes de tener la experiencia subjetiva de tomar la decisión es cada vez más defendida por la neurociencia. Pero al mismo tiempo defienden que gracias a la plasticidad cerebral nosotros construimos esas conexiones y que, por lo tanto, tenemos un papel protagonista muy activo. Y para ayudarnos en este papel seguro que no faltarán especialistas que por un módico precio prestarán sus servicios a aquellas personas interesadas en explorar los recovecos de su psique.

Evidentemente es difícil responder a la pregunta de cómo podemos ayudar a las personas a ser más conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres. Primero hay que asumir que las personas quieran ser ayudadas a ello, que no está tan claro. Y, en definitiva, debemos creer que la decisión de explorar nuestra psique para construir nuestro inconsciente y por lo tanto obtener un grado de control algo mayor; primero: es posible, y segundo: es realmente una decisión consciente.

¿Serán los neurocientíficos los oráculos del siglo XXI, que nos darán las claves de nuestros comportamientos? ¿Cómo se incidirá sobre las conexiones cerebrales para, por ejemplo conseguir un cambio en esas conductas inconscientes? ¿Fármacos o palabras?

Marc

[ sigue en 3ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/05/que-quiere-vendernos-la-neurociencia-3.html ] Consecuencias de la neurociencia en el ámbito educativo.

[1] Pérez Álvarez, M. (2011) El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura. Madrid: Alianza.




lunes, 16 de abril de 2012

¿Qué quiere vendernos la neurociencia? (1ª parte)


La irrupción de las disciplinas englobadas bajo el nombre de neurociencia ha causado un profundo impacto no sólo en el mundo académico y de investigación sino también en la cultura popular. Los descubrimientos que aportan acerca del funcionamiento del cerebro no se limitan al campo de los especialistas sino que se dirigen a transformar la manera cómo concebimos la condición humana. Golpean con fuerza en campos como el amor, la moral, la política, la felicidad, la toma de decisiones, etc. En este último campo inundan de incertidumbre la capacidad del individuo para decidir. Ya no se trata de que las condiciones en las que tomamos decisiones sean inciertas e inseguras sino que la inseguridad reside en el mismo sujeto que decide y en el grado de conciencia que tiene ese proceso de decisión.

La neurociencia reabre el debate acerca del determinismo y el libre albedrío centrándolo en un plano intrapsíquico. No se trata de si el individuo decide de forma libre y voluntaria, sin presiones o coacciones externas, sino de si ese individuo es capaz de tomar una decisión de forma plenamente consciente, de si en una situación en la que goza de total libertad para actuar puede hacerlo conscientemente. La neurociencia propone que la incertidumbre no termine en el momento en que tomo una decisión “libremente”: ¿Podría haber actuado de un modo distinto? ¿Están mis actos en mis manos? O por el contrario ¿existen una serie de variables que actúan de forma inconsciente y me empujan a tomar una decisión de modo que no podría haber tomado otra distinta?

Parece que no es pretensión de la neurociencia dilapidar el debate antiquísimo sobre la voluntad libre, es difícil definir el concepto de libre albedrío de un modo que permita la constatación empírica del mismo y los neurocientíficos no están dispuestos a investigar ambigüedades poco positivistas. Aún así y más allá de los numerosos matices que tienen las investigaciones realizadas bajo el paradigma de la neurociencia y de la dificultad que su comprensión conlleva por parte de aquellos no expertos en la materia, los titulares que nos brindan son claros: “No somos plenamente conscientes de las decisiones que tomamos”, “las decisiones son en gran parte inconscientes”, “no sabemos cómo ni por qué decidimos”, etc.

El experimento de Libet

Una de las aportaciones que más ha contribuido a la discusión y replanteamiento del grado de libertad en nuestra toma de decisiones es el célebre experimento del neurólogo estadounidense Benjamin Libet. En los años 70 Libet inicia un experimento, apoyándose en los trabajos de dos neurólogos alemanes, Kornhuber y Deecke y en el concepto, acuñado por estos, de «potencial de disposición» que se refiere a un cambio eléctrico en determinadas áreas del cerebro que precede a una acción futura. En el experimento se pedía a los sujetos que realizaran acciones simples como mover un dedo en el momento en que quisieran. La opinión común defendería que en el momento en que el sujeto decide conscientemente mover un dedo, se inician las órdenes en el cerebro para cumplir tal cometido. Pero lo que mostró el experimento es que en el cerebro se produce una carga eléctrica, el mencionado «potencial de disposición» que sucede unos milisegundos antes de que el sujeto sea consciente de su intención de iniciar la acción. Estos resultados vendrían a defender que el cerebro inicia los actos para realizar tal acción antes de que el sujeto haya incluso decidido de forma consciente realizar tal acción, lo cual podría dejar en entredicho el concepto del libre albedrío, o al menos una forma de entender ese concepto. No obstante, Libet defiende la existencia de lo que él llama un «veto» que sería la capacidad de la conciencia para impedir o bloquear un acto iniciado por el cerebro.

El experimento de Libet es replicado por otros más recientes, en la Universidad de Berlín, John Dylan Haynes ha realizado experimentos en el mismo sentido. En este caso, Haynes pidió a los sujetos que decidieran pulsar un botón a su derecha o a su izquierda, y los resultados muestran que el lapso de tiempo entre el inicio de la actividad cerebral y la consciencia subjetiva de realizar la acción no es de unos milisegundos sino que está ¡¡¡¡entre los 5 y 10 segundos!!!! Además Haynes afirma que mientras que 10 segundos antes podemos observar actividad cerebral, 5 segundos antes de poner en marcha la consciencia el cerebro ya habría tomado la decisión de pulsar uno u otro botón.

Parecería entonces que el papel de la consciencia se reserva al de justificación a posteriori de las decisiones que toma el cerebro. En palabras del neurocientífico indio Vilanayur S. Ramachandran: «es casi como si nuestro cerebro fuera el verdadero responsable y nuestro “libre albedrío” fuera una racionalización post-hoc»

Los experimentos de los neurocientíficos Petter Johansson y Lars Hall van en la dirección de mostrarnos lo inexpertos que somos al tomar decisiones y lo buenos que somos al engañarnos a nosotros mismos justificando las decisiones que tomamos. En este caso sus experimentos destacan por su sencillez. En uno muestran dos fotografías de caras y piden al sujeto que escoja una de las dos para luego, y sin que el sujeto se dé cuenta, cambiarla por la otra y pedir que justifique su elección. En un alto porcentaje los sujetos no perciben el cambio y acaban justificando una elección que no habían hecho. Otro experimento sigue la misma lógica, pero en este caso proponen una afirmación como “Una acción militar nunca está bien si mueren inocentes” y piden al sujeto que muestre su grado de acuerdo en una escala del 1 al 7.  Posteriormente hacen creer al sujeto que su respuesta fue la proporcionalmente inversa a la que dio en realidad y le piden que la justifique, en este caso el porcentaje de gente que justifica su respuesta sin percibir el cambio es menor que en el de las fotografías pero aún así es sorprendente.



Redes: Las decisiones son inconscientes - Con John Dylan Haynes

<< ¿Somos libres cuando decidimos? ¿Qué margen tiene el libre albedrío ahora que la neurociencia comienza a desvelar el gran poder del inconsciente? Ya hay máquinas para ver cómo decide el cerebro y los primeros resultados muestran que, antes de entrar en la conciencia, muchas decisiones ya están tomadas por complejas redes cerebrales>>



La discusión está abierta y parece que durará tiempo. Aunque no sea voluntad de los neurocientíficos cuestionar el libre albedrío será inevitable que constantemente se recurra a ello. Lo que sí es innegable es la importancia que tiene el inconsciente en el proceso de toma de decisiones y la incertidumbre con la que el sujeto actual debe afrontar ese proceso. La neurocienca ha llegado pisando fuerte y ha llegado para quedarse durante mucho tiempo. Aquellos que son recelosos por naturaleza pueden pensar que este tipo de informaciones están perfectamente meditadas. Se cuenta la anécdota que la Canciller alemana Angela Merkel en la celebración de su cincuenta cumpleaños invitó a dar una charla al neurocientífico Wolf Singer quien afirmó que el «hombre no posee una voluntad libre, en realidad es conducido por neuronas. El hombre ya está determinado en sus decisiones entre el bien y el mal». Días después se comentaba con sarcasmo que, en Alemania, los políticos estaban contentos, no fueron sus antepasados alemanes quienes mataron a millones de judíos sino sus neuronas. ¿Aquellos codiciosos que nos llevaron a la actual crisis económica son responsables de sus actos? ¿Podemos pedirles responsabilidades por los abusos que cometieron, o debemos pedirlas a sus neuronas? ¿Quizás los resultados neurocientíficos sean la mejor coartada moral para las impunes élites que gobiernan el mundo?






Redes: Sabemos que no sabemos lo que decidimos -  Con Aldo Rustichini.

Es interesante su reflexión acerca de que una de las posibles hipótesis que podría explicar, en parte, las causas de la crisis económica, es la elevada concentración de testosterona en los traders varones, lo que les lleva a tomar decisiones más arriesgadas. Y la proposición de algunas personas de incluir a más mujeres en los mercados bursátiles para volverlos más estables.

<< ¿Somos conscientes de todos los factores que nos influyen a la hora de tomar una decisión? Al igual que muchos economistas, solemos pensar que nuestras decisiones están basadas en razonamientos fríos y calculadores, pero no podríamos estar más equivocados. En este capítulo de Redes, el neuroeconomista de la Universidad de Cambridge, Aldo Rustichini, le explica a Punset que el 90% de nuestras decisiones son inconscientes y que esto no es motivo de alarma. La mayor parte de estas elecciones están basadas en un proceso muy ingenioso y sofisticado que garantiza un análisis preciso y racional, a pesar de ser inconsciente>>



Marc.


[sigue en la 2ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/04/que-quiere-vendernos-la-neurociencia.html ] El debate entre el determinismo neurocientífico y el concepto de plasticidad cerebral.

lunes, 9 de abril de 2012

Ja sé que sóc així, però que vols que hi faci...


En nombroses ocasions haurem sentit justificacions i rèpliques tant típiques com: “ja prou pena tinc en ser així”, “a mi ja m’agradaria ser d’una altra manera”, “sóc així i no puc canviar-ho”... D’acord, no deixa de ser la més simple i millor excusa per treure’ns la culpa de sobre, però aquests tipus d’excuses no deixen de ser molt sucoses per a una possible reflexió.

Normalment el que intentem és dipositar la culpa en els demés, per seguir exemplificant, amb frases com: “jo no he estat” o “jo no era aquí quan això ha passat”. Però en aquest cas, consisteix en donar la culpa a un altre més especial i proper a nosaltres, em refereixo a donar la culpa a un altre “jo”. No deixa de ser curiós el desdoblament que operem en formular aquestes oracions, concebem dins nostre un subjecte X, nascut amb unes condicions Y, que no poden ser canviades ni recombinades. Per altra banda, ens trobem al veritable “jo”, lligat de mans i peus, amb un morrió que no ens permet dir la “nostra”. Aquest veritable “jo” gaudeix totes les qualitats profitoses que es veuen coartades per aquest ésser malvat que no reconeixem com a propi (com en el cas d’una malaltia autoimmune). Crec que és meravellosa la capacitat de situar-nos en un pla noümènic (dit en termes kantians), des d’on visualitzem el mapa original de la nostra forma de ser, on reconeixem totes les nostres vertaderes intencions i on lamentem la nostra part maligna que ens impulsa a actuar d’una manera que a nosaltres no ens agrada.

Formulacions com aquestes no deixen de tirar per terra tota la tesi existencialista, formulada d’una manera brillant en la conferència de Jean Paul Sartre “El existencialismo es un humanismo”, on ve a dir coses tan incòmodes per a nosaltres, mestres en les excuses, com que ens fem a nosaltres mateixos. Sartre resumeix tota aquesta doctrina en una sola frase: “l’home està condemnat a ser lliure”. Quan naixem, som avocats a una existència no volguda, però de la qual hem de fer una vida, que dependrà única i exclusivament de nosaltres (reflectint així l’ateisme que professava Sartre). Vindrà a dir-nos en última instància que aquell que és covard ho és perquè ho vol, perquè s’ha fet covard, així com aquell que és valent s’ha fet valent. El que ens vol dir és que no hem nascut amb unes etiquetes determinades, ens configurem, fem un projecte de nosaltres mateixos i decidim qui som i qui volem arribar a ser.

Aquest tipus d’excuses serien ideals en el món feliç d’Aldous Huxley, on podríem excusar-nos perfectament i de forma lícita. Ho sento, jo he nascut sent Èpsilon, no hi puc fer més. Però de moment, sembla que els nadons segueixen venint del ventre de la mare, i no de cadenes de muntatge.


Pau.

jueves, 5 de abril de 2012

L'amor a "Mujeres y Hombres y Viceversa" (i 3) Els petons, un canvi d'estatus


Potser en el canvi de posició dels petons, pel que respecta a l’amor de parella, hi trobem l’exemple més clar del domini d’un amor desencantat a MYHYV. El tracte que aquests reben per part del tronista els col·loca com a un criteri més que cal experimentar per tal de conèixer-lo, i són un element important que de ben segur afectarà la posterior selecció de parella.
En nombroses ocasions ha succeït al programa que el/la tronista es besa amb diversos/es pretendents, doncs existeix una norma no escrita, per la qual aquest té tot el dret a fer-ho (sempre dins el programa). I puc dir, sense por a equivocar-me, que aquesta norma troba la seva justificació en que percep els petons no com la culminació d’un amor romàntic i irracional (visió més propera a l’amor encantat) sinó com un criteri a conèixer i valorar dins una versió de l’amor racional i racionalitzada, en definitiva d’aquell amor desencantat del que vinc parlant.
Existeix la possibilitat que els nens i nenes (preadolescents) siguin els únics per a qui els petons segueixen tenint aquell estatus com quelcom màgic i extraordinari, que gairebé provoca vergonya al parlar-ne. El moment en que es fan el primer petó és un dels majors esdeveniments que poden viure, l’expliquen entre somriures ruboritzats, i amb la candidesa i innocència pròpies de la seva edat. Són els únics per a qui els petons continuen gaudint d’una posició encisadora i romàntica, capaços de trastocar el seu món. Després ja creixeran...

Assumint que a MYHYV els petons tenen aquest estatus de ser un criteri més dins el ventall que els tronistes elaboren per a fer la seva posterior elecció, una de les situacions més fascinants és el moment en que la pretendent veu com aquella persona per qui sent una atracció (és a dir el tronista) es besa amb d’altres persones.
Normalment després de veure un vídeo d’una cita on el/la tronista es besa amb un/a pretendent, la presentadora del programa, molt intel·ligent, pregunta a la resta de pretendents que els sembla allò que acaben de veure, és a dir, que els sembla que la persona que, se suposa els agrada, es petonegi i molt sovint es magregi amb algú altre?
I la resposta, tan repetida que ja cansa:
-          No m’agrada, però... què puc fer? He d’acceptar-ho, està en el seu dret, les normes del programa ho permeten i entenc que ha de conèixer d’altres persones.


Vegem un exemple del que vull dir!
El tronista “Reche” ens brinda situacions totalment adients per il·lustrar el canvi de posició dels petons, fins i tot n’existeixen de diversos tipus que poden respondre a la complicitat que un té amb l’altre persona. Ell parla de petons discotequers i petons amb sentiment:

Per altra banda la seva pretendent “Laura Barcelona”, qui mesos més tard seria tronista, expressa de forma immillorable la resignació, malgrat el disgust, cap al petó que el seu tronista es fa amb una altra.
           
      “Estoy aquí en un programa que sé que todas vamos a conquistar a una persona. Aunque me fastidie tengo que tragar con ciertas cosas, pero por otro lado no quiero tragar con ciertas cosas, porque claro a mí este chico cada vez me gusta más”
“Estoy en un programa que tengo que tragar, como he dicho antes, con ciertas cosas, esto realmente me lo tengo que comer si quiero seguir conociéndote”

No menys increïble resulta l’actitud del tronista quan, per justificar la seva impune promiscuïtat, s’excusa en que vol veure reaccions per part de les pretendents al petó que s’ha fet amb una d’elles.

[El vídeo comença a comptar des de dalt fins que arriba a 0]
Fixem-nos que quan queden 3:12 ell diu que vol veure reaccions, en aquest cas per part de “Laura Barcelona” qui d’entre les pretendents és la preferida, al petó que es fa amb una altra:
 “como le podía influenciar (seria més correcte influir, però d’on no n’hi ha no en raja) esto a ella”.
Quan queden 1:48 una altra pretendenta pregunta directament al tronista, “Reche”, si el petó l’ha fet per posar a prova a “Laura Barcelona”, el diàleg és aclaridor:
-          Pretendenta Vanesa - Si es una manera de ponerla a prueba a ella? (referint-se a “Laura Barcelona”
-          Reche – Sí, pues en parte sí. A ella y a todas para ver la reacción que tenéis.
I quan en queden 0:35 Reche es dirigeix directament a Laura i li demana la seva opinió.

Exactament 2 setmanes més tard “Reche” se’n va al “cuarto oscuro” amb la pretendenta Karina. Ara ja hi ha llàgrimes de “Laura Barcelona” que ha de veure com el noi que li agrada s’ho passa bé amb una altra


Tota aquesta exposició a les “infidelitats” de la persona que vols que sigui la teva parella l’endemà i per qui tens certs sentiments no crec que sigui una cosa que calgui suportar amb resignació, malgrat sigui “legal” dins el programa. Tot i que en un món on els comportaments dels individus imiten cada vegada més les maneres consumistes potser acabarem per acceptar que la infidelitat és quelcom que pot ocórrer en el moment que un producte resulta més atractiu que el que nosaltres oferim i que mai està de més provar coses noves: “provi-ho i si no li agrada no s’ho emporti”, “provi-ho i si no li agrada ho torna sense cap compromís ni pagament”, o el magnífic “si no queda satisfet li retornem els diners”.

La posició que els petons ocupen en cada una de les versions extremes d’amor que vinc comparant són ben representatives de la distància que vull exposar. En resum, en l’amor encantat els petons són la culminació de tot un procés d’amor que no atén a raons, són allò que l’enamorat espera amb impaciència i arribat el moment és tal la seva força aclaparadora que sembla que el món s’aturi. Per altra banda, en l’amor desencantat els petons representen un criteri més, segurament amb una gran importància, però un criteri més al cap i a la fi de tot el compendi a través dels quals s’intentarà prendre una decisió el més racional possible.

Val a dir que tot l’esmentat respecte dels petons, com de les dues versions d’amor, són abstraccions que succeeixen en els extrems. Ni molt menys són situacions que ocorren diàriament ni representatives del que és una relació de parella, que de ben segur podrem categoritzar la diversitat d’aquestes sempre en posicions intermèdies de les dues versions extremes aquí presentades. No obstant això, defenso que en l’actualitat ens trobem molt més propers a la versió desencantada de l’amor que no pas a la contrària. Estic segur que una gran majoria de persones mai estarien disposades a renunciar a tota la seva vida (amics, estudis, feina, aficions...) per a dedicar-se en exclusiva a un amor irracional, que en cas que fos a primera vista, podria ser fins i tot perillós (qui sap si l’altra persona és un desequilibrat amb un impulsos homicides?). Evidentment ambdues versions tenen les seves peculiaritat i si hi burxem trobarem coses a criticar.
Hauria de preocupar-nos que la versió encantada de l’amor sigui la que ens venen des de realities com MYHYV? Probablement direm que a la televisió tot és mentida i per tant no cal capficar-s’hi. Jo, personalment, crec que cal almenys reflexionar-hi, sobretot si Woody Allen té raó quan diu que “la vida no imita l’art sinó la mala televisió”.

Marc

lunes, 2 de abril de 2012

L'enamorament i la religió


Fa unes setmanes, un professor enunciava una reflexió que pot donar molt de joc. La reflexió era la següent: “ El amor surge cuando acaba el enamoramiento, pues el amor tiene ya un significado, el de empezar un proyecto por el que dos se convierten en uno sólo, pero el enamoramiento no sabemos lo que significa”. La sentencia pot pecar de radical, però no deixa de ser interessant.

I és que quan ens endinsem en la reflexió sobre l’enamorament, ens trobem un camí molt fosc i dificultós, molt semblant al camí sempre enterbolit de desxiframent de la felicitat. Probablement, a la reflexió d’aquest professor podríem rectificar el fet que l’enamorament s’explica també per una sèrie de canvis a nivell orgànic, però això ens allunyaria de la reflexió filosòfica sobre el cas, així doncs prefereixo deixar-ho de banda.
Com el títol enuncia, intentaré mostrar una possible similitud entre l’enamorament i la religió (cap en especial, simplement el concepte de religió i deïficació). El filòsof alemany Feuerbach formulava la següent sentència sobre la religió: “el hombre objetiva en la religión su esencia secreta”. Accepto que és molt tendenciós quedar-se només amb una sentència, i no fer un repàs a la resta de reflexions que Feuerbach postula sobre la religió, però per tal de relacionar-ho amb l’enamorament, aquesta és la més adient.

El que Feuerbach venia a dir és que en la religió, l’ésser humà es configura una imatge de si mateix, però lliurat de totes les limitacions, elevat al més alt (la transcendència). Cita exemples com els de l’omnipotència o l’enteniment infinit... Que no deixen de ser més que les qualitats humanes sense horitzons o límits. D’aquí és de on em permeto extreure la següent reflexió:
una de les coses característiques en l’enamorament és cert tipus de comportament infantiloide, al servei de la parella, trobant-hi en ella una infinitud de virtuts que eliminen els possibles defectes que la nostra part més racional podria fer-nos veure. Això, per mi, no deixa de ser més que una divinització d’aquella persona, una elevació de les qualitats que et van atreure al principi, un èxtasi d’emocions i sentiments per un ésser gairebé perfecte (introdueixo el gairebé, perquè de moment la perfecció no l’he trobat enlloc) que ens fa trontollar al mínim moviment. És un risc molt notable, i també potser en clau molt freudiana, entrar en consideracions de si aquest ésser que concebem amb aquest grau de perfecció no deixa de ser més que un reflex de nosaltres mateixos al qual hem suspès totes les barreres i fronteres. Però ja em serveix el haver posat en qüestió en que consisteix això de l’enamorament.

En definitiva, crec que en la religió podem trobar l’exemple més evident per explicar en què consisteix això d’enamorar-se, que per mi no és més que una divinització i conseqüentment una entronització de les qualitats de l’altre persona, que ens porta fins i tot a no respondre dels nostres actes, com si fos un altre qui ocupa el lloc de l’enamorat. Seguim sent nosaltres, malgrat estiguem encegats per la llum brillant que transpira la persona per la qual professem tan profund enamorament.


Pau.