En este
escrito trataré de enfocar la concepción que se ha tenido acerca del
conocimiento, el proceder hacia él por medio del pensar y la posterior
adquisición de la verdad anhelada. Comenzando en la Antigua Grecia, Sócrates se
erigió como abanderado en la lucha por conquistar la verdad, frente a la
ideología de la escuela sofista, que situaba el reconocimiento y el éxito un
peldaño más arriba que la verdad en la escala de validez. Frente a esta
postura, Sócrates emprendía la búsqueda del conocimiento procediendo a partir
de la base más simple y llana, el “solo sé que no sé nada”. Partiendo de este
punto, Sócrates iba remontando el camino a base de razonamientos simples para
ir acercándose cada vez más a la culminación conclusiva. Demostraba que, pese a
la creencia que tenemos de poseer determinados conocimientos, nos encontrábamos
distantes de lo que en realidad esos conceptos significaban. El pensar
socrático se construía de este modo a base de una ascensión, constituyendo la
ignorancia la base, las deducciones el camino, y el conocimiento la cima.
Haciendo
un salto cronológico nos hallamos en la modernidad, con uno de sus iniciadores,
René Descartes, que sabiamente consciente de la dificultad para llegar a lo que
él llamaría un sistema de conocimiento seguro, procedería a la purga
intelectual de todas aquellas creencias no justificadas, alejadas del
conocimiento “claro y distinto” pretendido por el filósofo francés. Resumiendo
muy tendenciosamente su doctrina, podemos decir que mediante la “duda metódica”,
partiendo en primer lugar desde el principio de presunción de falsedad, por el
cual toda opinión es falsa hasta que no se demuestre lo contrario, recorría
fuentes de conocimiento, de las que destacaban los sentidos y la razón, y
proponía dos tipos de dudas, la duda moderada y la duda hiperbólica. Tal
revisión de las fuentes de conocimiento podríamos resumirla así:
•
Sentidos:
a) Duda
moderada: errores que cometemos en cuanto a la forma, tamaño, posición...de los
objetos
b) Duda
hiperbólica: dificultad para diferenciar entre el estado de vigilia y el de
sueño
•
Razón:
a) Duda
moderada: errores de cálculo
b) Duda
hiperbólica: se basa en la suposición de un genio maligno, una entidad superior
malvada que me engaña en mis creencias más elevadas, que son la creencia en la
existencia de un mundo exterior conocido por los sentidos y la creencia en las
verdades más simples de las matemáticas.
Gracias a
toda esta argumentación, Descartes llega a su primera verdad indudable, que se
sustenta en la idea de San Anselmo “si me equivoco, soy” para llegar a
la conclusión de que si realmente me engaña, es porque soy alguna cosa, soy un
“algo engañado”, cuya esencia básica es el pensar, aunque sea todo falso. Así
llegará al “cogito, ergo sum”. A diferencia de Sócrates, Descartes ya no
parte de una “nada”, sino que parte de un primer conocimiento indudable, que le
servirá para a partir de ahí, constituir la totalidad de la realidad, siendo el
pensamiento el que la determina. Este “panracionalismo” plasmado en el
antropocentrismo cartesiano, nos muestra la necesidad de purgar la doxa, algo
que Sócrates, mediante sus razonamientos, conseguía hacer. Ambos optaban por un
criterio de verdad absoluta, abordando su conquista por medio de un proceder
distinto.
Por
último, llegamos a la era postmoderna, donde la facilidad de acceso al
conocimiento, del que disponemos a golpe de “clic”, nos hace caer en un
conformismo que genera un conocimiento superficial. Asistimos a la paradoja del
conocimiento actual, donde la mayor facilidad de acceder a él, conlleva
adquirir un conocimiento de segunda mano, superficial. Tal es el motivo de la
arbitrariedad con la que se suelen utilizar muchos conceptos que hoy en día
“están de moda”, conceptos tales como “valores”, “ética”, “moralidad”, etc. Sin
siquiera saber bien del todo qué significan, puesto que parece pueden abordar
todo tipo de ámbitos y todo tipo de situaciones. Hasta se llega a decir que en
el amor no hay ética, cuando uno de los máximos representantes del mismo,
encarnado en la figura de Jesucristo, promovía una nueva ética, basada en el
amor a escala universal. Quizá, hoy más que nunca, necesitamos de una base
socrática, para tomar los asuntos críticamente, siguiendo un proceder
exhaustivo, cartesiano, para así poder entender algo mejor la realidad de
nuestra sociedad.
Pau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario